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27 octubre 2023

La Navidad es una de las fechas más sabrosas e importantes de nuestro calendario, especialmente si llegamos al cierre de un año bien trabajado y después de tanto esfuerzo lo que queremos es disfrutar.

Cada quien celebra como mejor puede y con lo que más le alcanza, hay quienes se ciñen a la festividad católica y son profundamente tradicionalistas, mientras que muchos otros optan por gozar en familia y festejar; pero ahí está lo bueno de la individualidad y de cómo decidimos vivir este memorable día.

Además de los guisos tradicionales y de los tíos imprudentes en la mesa después del postre, uno de los elementos esenciales de la Navidad es su música, aquella que empezamos a escuchar a partir de la primera semana de noviembre en las tiendas y los centros comerciales y que tal vez sin darnos cuenta nos invita al dispendio poniéndonos en sintonía, y nos predispone a sentir las vibras decembrinas.

No todo es el abominable disco de Navidad de Luis Miguel aunque muchos consumidores al endedudarse y estar haciendo sus compras lo disfrutan como si no hubiese un mañana, tampoco creamos que aquel disco del ‘86 llamado “Eterna Navidad” en el que Mijares, Pandora, Yuri, Daniela Romo y otros más nos hicieron pensar por años, que no habían más villancicos que los que ellos cantaban. La Navidad tiene mucha música espectacular, pero está en nosotros descubrirla para disfrutarla.

Al tratarse de una festividad totalmente judeo-cristiana, fue con la música como se celebraba en las liturgias el nacimiento de Cristo en las iglesias desde el siglo XII. Los manuscritos de los monjes del Medioevo nos demuestran que fue a través de los llamados cantos gregorianos, como se solía convencer a la gente de incorporarse a la práctica de la fe y desde aquel tiempo hemos tenido música navideña, interpretada primero en Latín, y conforme las culturas y el mundo fueron avanzando llegamos hasta el siglo XIX, cuando empezamos a ver las primeras partituras que se vendían en las tiendas de instrumentos musicales para que la gente se las llevase a casa y en familia, alrededor del piano, se empezara a convertir en una tradición el cantar aquellos primeros villancicos que ya no sólo hablaban del nacimiento de Cristo, sino de la importancia de la Navidad como una fecha para celebrar la unión familiar, la puesta del árbol, las posadas en México y desde luego los preparativos de la cena y lo mucho que al ritmo de lindas canciones disfrutamos comer y embarnecer.

En el siglo XX tras la gran depresión de los años ’30, en los Estados Unidos aparece la figura icónica de Santa Claus en su traje rojo y es entonces cuando la tradición de entregarle regalos a los niños cobra una importancia enorme.